Julia ha sido mi novia por cinco años.

Hemos pasado momentos sublimes y es mi persona favorita en el mundo entero.

Me ha hecho feliz de todas las formas posibles y cada vez que imagino mi futuro, de una u otra forma, ella está en él.

Después de pensarlo, repensarlo, analizarlo, estudiarlo y meditarlo, me he decidido a dar un paso al frente…

¡Le voy a pedir que se case conmigo!

Y si, lo pienso hacer a la antigua, a la manera tradicional, clásica y de toda la vida:
Me voy a poner de rodillas, diré un discurso lleno de lágrimas y abriré una cajita con un anillaco dentro.

Pero ahí está mi gran problema.
Tengo clarísimo que voy a tomar la decisión correcta, con la persona ideal y en el momento justo.

Ya sé dónde se lo voy a decir, he practicado frente al espejo el discursillo y hasta he imaginado su cara cuando me vea ahí expectante y tembloroso.

Mi problema no es ese en lo absoluto, mi problema es…

¡Que no tengo el anillo!

He visitado varias joyerías, he estado desde las más recónditas “compro oro” hasta las más finas tiendas de la ciudad. En todas, me han ofrecido anillos que pasan por varios ceros mis posibilidades.

La frustración y gran tristeza que tengo encima es inmensa.

No poder hacer una petición de mano como quiero me llena de pena, pues estoy seguro que Lucía merece here sólo lo mejor.

Mi amigo Roberto ha sido mi complice en more info todo esto y será mi padrino de bodas. Al verme tan website acongojado, como todo buen amigo, se ha puesto manos a la obra.

Vino a verme a casa y con una inmensa sonrisa website me ha dicho:

¡Prepárate que te casas!

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No tengo una cuenta bancaria llena de dinero, no hay un tío abuelo que me haya heredado miles de euros y mi nómina apenas me alcanza para cubrir mis gastos.

He estado ahorrando dinero para este anillo desde que tomé la decisión de casarme con Lucía.
Simplemente, no puedo comprar el anillo que deseo, pues también tengo que contar que la boda será un gasto monumental.

Como una forma de ahorrar un poco de dinero, he tratado de buscar opciones de imitación o incluso, usadas…Pero, no creo que nuestra unión deba comenzar con una baratija.

No tengo mucha idea de joyas, kilates o calidades. Por lo tanto, no me arriesgo a comprar en cualquier joyería, un anuncio por redes sociales o las páginas de compra tradicionales.

Por suerte, la página que me ha recomendado Roberto es muy diferente.

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A los pocos minutos de navegar en la categoría “Anillos check here de compromiso”, he encontrado el perfecto. Un hermoso anillo de oro blanco con un bello diamante y totalmente dentro de mi presupuesto.

Hoy es el gran día, así que crucen los dedos para que Lucía me diga…

¡Sí Quiero!